viernes, 21 de marzo de 2008

Las grandes lecciones de la Historia

Al igual que los endurecidos Nazis alemanes a los que tanto admiran, los ultraderechistas del núcleo "duro" de la extrema derecha latinoamericana radicados en su más importante base nacional de operaciones en la ciudad de Guadalajara en el campus universitario de cierto sitio infernal "de cuyo nombre no quiero acordarme" acostumbran elevar la ingratitud a algo que debe ser practicado sin pena alguna, inclusive algo de lo que se debe estar orgulloso, algo que debe ser considerado como una "prueba de lealtad". Para esta gente, cosas que consideramos virtudes como la honestidad, la franqueza, la amistad, y la gratitud, son "defectos" del Cristianismo que deben ser abandonados a la voz de "cuanto antes, mejor". Por ello resulta conveniente repasar los libros de historia para ver de dónde les vienen tan anti-cristianas enseñanzas, y ver cómo el tratar de congraciarse con esta clase de gente enferma de la mente y del espíritu puede resultar completamente inútil a la larga, ya que además de extremista es gente malagradecida por naturaleza.

En su libro Hitler's Scientists: Science, War and the Devil's Pact, John Cornwell nos relata el caso de uno de los mejores ejemplos de la ingratitud desplegada por Hitler y sus Nazis. Se trata de Fritz Haber, uno de los más importantes científicos del aparato militar alemán desde antes del estallido de la Primera Guerra Mundial hasta poco después del ascenso de Adolfo Hitler al poder:





Pocos científicos le proporcionaron tanto a Alemania como Fritz Haber para apuntalar su histórica agresividad militar derivada desde los tiempos del Imperio Prusiano, ayudándole al mismo tiempo al país a incrementar enormemente su producción de alimentos acabando de tajo con las hambrunas del pasado. Su exacerbada devoción por "la madre Patria", por Alemania, era genuina, de eso no había la menor duda, y cada vez que pudo dió prueba de ello no con sus palabras sino con sus acciones.

Fritz Haber es mejor recordado por su descubrimiento de la síntesis del amoníaco, su más importante legado. El proceso que lleva su nombre permitió convertir en realidad el suministro de amplias cantidades de fertilizante de nitrógeno de bajo costo que permitió a la humanidad llegar a una población de seis mil millones en el año 2000 en lugar del máximo estimado de 3.6 millones sin tal descubrimiento. Ya desde fines del siglo dieciocho se había descubierto que el amoníaco, esencial para la producción de fertilizantes y explosivos, estaba compuesto por un átomo de nitrógeno y tres de hidrógeno, y desde entonces los químicos habían estado tratando de sintetizarlo sin éxito alguno dadas las enormes dificultades técnicas para producir inclusive unas cuantas gotas del mismo con equipo sumamente costoso. Haber llegó a la conclusión de que era necesario un catalizador para acelerar el proceso de síntesis, y después de probar numerosos materiales encontró que un polvo del metal raro osmio podía producir el efecto deseado. Para agosto de 1913, la empresa alemana BASF estaba produciendo cinco toneladas de amoníaco sintético diariamente. Y a raíz de tan importante descubrimiento, Fritz Haber fue galardonado con el Premio Nóbel de Química en 1918.

El lado obscuro de la moneda de la importante contribución de Fritz Haber con su creación de los procesos para lograr la síntesis del amoníaco en cantidades industriales es que el amoníaco es un ingrediente esencial para la fabricación masiva de explosivos químicos, lo cual empezó a ser utilizado justo a tiempo poco después del comienzo de la Primera Guerra Mundial. A raíz de los bloqueos impuestos por las fuerzas aliadas, Alemania no podía obtener el nitrato de sodio (caliche) del cual Chile era prácticamente el único productor en el mundo, siendo este compuesto prácticamente indispensable para la elaboración de explosivos, con el resultado de que Alemania estaba a punto de perder la guerra por falta de "municiones", literalmente hablando. Fue entonces cuando el trabajo científico de Fritz Haber entró para intentar salvar la situación. Tiempo después, la síntesis del amoníaco lograda por Fritz Haber eventualmente sirvió para que Hitler al poco tiempo de ascender al poder comenzara a armarse hasta los dientes en abierta violación al Tratado de Versalles (alegando Hitler que a ningún país se le podía negar su derecho legítimo de contar con un ejército para defenderse de una invasión, aunque los hechos posteriores confirmaron que los verdaderos motivos de Hitler para violentar el Tratado de Versalles nunca fueron la creación de un ejército con fines meramente defensivos sino la creación del más vasto y terrible aparato militar que el mundo haya visto en sus tiempos, creado con fines invasores, con fines expansivos, intenciones plasmadas en la doctrina del lebensraum que Hitler ya había abrazado mucho tiempo atrás cuando escribió su libro "Mi lucha" en donde puso "los alemanes tienen el derecho moral (¿?) de adquirir territorios ajenos gracias a los cuales se espera atender al crecimiento de la población").

Pero quien crea que la síntesis del amoníaco fue la única contribución de Fritz Haber en beneficio del país por el cual estaba dispuesto a todo (y se enfatiza aquí, a todo), deberá considerar que fue nadie menos que Fritz Haber quien promovió en Alemania el desarrollo de gases letales para ser usados en el campo de batalla durante la Primera Guerra Mundial, un arma terrible que dejó a los sobrevivientes en tales condiciones que posiblemente hubieran preferido morir de un eutanásico balazo en la nuca antes que vivir en un tormento perpetuo con la piel llagada de manera horrible y los pulmones prácticamente desintegrados por químicos diabólicos como el fosgeno:



Y Fritz Haber no sólo encabezó las aplicaciones militares de la ciencia alemana en el curso de la guerra para la creación de los gases venenosos utilizados en la Primera Guerra Mundial que según estimaciones mató a 1.3 millones de tropas, sino que él mismo de manera entusiasta dirigió los primeros ataques químicos desde el frente de guerra. El primer ataque documentado en la historia de la humanidad con gases venenosos, marcando el inicio de la guerra moderna con armas químicas producidas en el laboratorio, ocurrió a las cinco de la tarde del 22 de abril de 1915, la Segunda Batalla de Ypres, con Fritz Haber en persona al frente de su tropa de gases conocida como el Pionierkommando 36, equipada con mascarillas protectoras y armada con unos 5,370 cilindros de gas cloro licuado, pesando cada uno de ellos 100 kilos, una acción que violó las convenciones humanitarias de La Haya de 1899 y 1907. Hay la creencia generalizada entre los historiadores de que las investigaciones científicas llevadas a cabo por Fritz Haber y su equipo de colaboradores "arios" para desarrollar tan terribles armamentos fueron la causa de que su horrorizada esposa Clara Immerwahr (una mujer brillante, la primera mujer en recibir un Doctorado en Química en la Universidad de Breslau):





después de haber visto ella misma las enormes tragedias humanas que la labor de su esposo y los científicos a su cargo causaron en el campo de batalla en aquél día fatídico, optó por suicidarse de un balazo en el pecho, aunque la autoinmolación de esta atractiva rubia no sirvió de nada para ayudarle a su esposo a reflexionar sobre las consecuencias de su exacerbada devoción a la causa militar alemana y hacerlo abandonar el camino del mal que estaba tomando. La misma mañana en la que su esposa se suicidó, Fritz Haber partió hacia el frente ruso para supervisar las operaciones de lanzamiento de gas en contra de los combatientes rusos. Para Haber todo se justificaba en aras de la mutterland (la madre patria) al grito de Deutschland Uber Alles (Alemania por encima de todo). La dedicación de Fritz Haber al engrandecimiento de Alemania y el fortalecimiento de su poderío militar lo puso por encima de los alemanes más nacionalistas que se pudieran encontrar en el país, considerándosele un patriota alemán en toda la extensión de la palabra orgulloso de los servicios rendidos por él en el curso de la Primera Guerra Mundial, a grado tal que fué condecorado dándosele el rango de Capitán por órdenes del mismo Kaiser, un evento inusitado para un científico con demasiada edad para ser enlistado dentro del servicio militar.

Entre las muchas muestras de patriotismo que dió Fritz Haber hacia Alemania, tenemos el hecho de que, sumándose a 92 de sus colegas, Haber estampó incondicionalmente su firma en el "manifiesto de Fulda", así llamado porque fué elaborado por Ludwig Fulda, un prominente escritor judío-alemán, conocido también como "La Apelación de los Noventa y Tres Intelectuales" y publicado en los principales periódicos alemanes, el cual repudió de modo categórico cualquier responsabilidad alemana en el inicio de la Primera Guerra Mundial, defendió y justificó la invasión alemana de Bélgica, negó las atrocidades de las que fueron acusados los alemanes en el campo de batalla, e insistió que la cultura alemana y su tozudo militarismo eran una unidad indivisible. Nunca antes una comunidad de judíos tan prominentes se había sumado al respaldo de un documento tan alabatorio de su país de residencia (aunque de cualquier modo hubo algunos cuantos judíos lo suficientemente cuerdos como para negarse a sumar sus firmas al manifiesto de Fulda, entre ellos Albert Einstein).

Tras el ascenso de Hitler al poder, es posible que Fritz Haber habría podido seguir desarrollando mucho más en beneficio del aparato militar Nazi si Hitler se lo hubiese permitido, algo para lo que Fritz Haber estaba completamente dispuesto. Tal vez hasta podría haber creado algo en el laboratorio que le hubiese dado a Hitler la victoria total y absoluta en la Segunda Guerra Mundial, cambiando el curso de la historia. Sin embargo, tuvo una dificultad para poder seguir arrodillando todo su enorme e indiscutible talento científico a favor del cada vez más agresivo aparato militar alemán. La dificultad que tuvo es que Fritz Haber era un judío. Para complacer y agradar a una sociedad cada vez más hostil hacia los judíos, repudió su religión de origen convirtiéndose al cristianismo y renegando de sus raíces, obligando a su segunda esposa judía a hacer lo mismo. De cualquier modo, en 1933 prácticamente fue obligado por los Nazis a renunciar a su puesto en el Instituto Kaiser Wilhelm para Físico-Química y Electroquímica en Berlin-Dahlem.

Plenamente consciente de lo que significaba para Alemania la pérdida de un científico de la estatura de Fritz Haber, nadie menos Max Planck, el más eminente científico de Alemania, fundador de la mecánica cuántica contemporánea que revolucionó la física clásica:



intervino en persona ante Hitler abogando por Haber. Sabiendo de qué pie cojeaba el dictador y dándole por su lado con el fin de persuadirlo de un cambio de opinión, de acuerdo con las transcripciones de la reunión Planck le dijo a Hitler que entre las familias más viejas de la cultura alemana tradicional había diversas clases de judíos, algunos valiosos y otros sin valor alguno para la humanidad, y que uno tenía que hacer distinciones en asuntos como éste, a lo cual Hitler le respondió: "Eso no es cierto. Un judío es un judío; todos los judíos se juntan como rebabas. En dondequiera que haya un judío, judíos de toda clase se agrupan de inmediato". Planck le señaló que la importancia para Alemania del trabajo de sus científicos judíos convertiría en un acto de auto-mutilación el obligar a emigrar a judíos valiosos, y que los países extranjeros serían los primeros en beneficiarse de sus talentos (lo cual a fin de cuentas sucedió, tal y como lo predijera Planck). En respuesta a éste último argumento presentado por Planck, Hitler empezó a vociferar en uno de sus típicos arrebatos, hablando cada vez más y más rápido, respondiéndole al máximo científico de Alemania con las sandeces propias de un lunático que no sentía compromiso alguno ante nadie por moderar aunque fuese un poco sus desvaríos. Max Planck no tardó mucho en darse cuenta de que estaba perdiendo su tiempo, que tratar de hacerle entender razones a este tirano era tan útil como tratar de hacerle entender razones a un primate columpiándose en los árboles de las selvas del Borneo, saliendo con las manos vacías.

Lo que le sucedió a Max Planck con Hitler es lo mismo que lo que le puede suceder a cualquiera que trate de convencer a los multimillonarios y ultraderechizados propietarios de la Universidad Autónoma de Guadalajara de que disuelvan de una vez por todas y para siempre la organización neofascista secreta Tecos que ellos mismos crearon, y mucho más importante, de que ya no insistan en sus locas ambiciones de poder y control político equiparables en todos respectos a las que Hitler y sus seguidores tuvieron en su momento. ¿Cómo hacerles ver, cómo hacerles entender, que su más monstruosa creación, la Organización Nacional del Yunque, a la larga sólo puede traer consecuencias terribles para un país que ciertamente merece un mejor trato que el que le quieren dar estos pseudo-Führers totonacas imponiéndole sus caprichos y su estrambótica ideología? ¿Cómo hacerles ver, cómo hacerles entender, que si bien el uno por ciento de sus creencias está fundamentado en verdades históricas irrebatibles, el noventa y nueve por ciento restante es pura propaganda barata repleta de mentiras y argumentos sin fundamento? Esto es algo que ni siquiera el mismo Max Planck les podría hacer entender si viviese hoy en día, y si alguien como Max Planck no podría haberlos hecho entrar en razones humanizándolos aunque fuese un poco, lo más seguro es que nadie los podrá meter al redil, ni siquiera las enseñanzas de la Biblia.

Con todo y que muchos alemanes nutridos en sus mentes con el fraude literario "Los Protocolos de los Sabios de Sión" culparon a los judíos de la derrota sufrida por Alemania en la Primera Guerra Mundial (este enorme resentimiento infundado fue capitalizado astutamente por Hitler permitiéndole a él y a sus Nazis allegarse con pocas dificultades de las simpatías de muchos alemanes generadas por el enorme caudal de revanchismo que le permitió en sus inicios ser aceptado por un pueblo sediento de venganza a causa de la derrota sufrida en los campos de batalla), lo cierto es que sin el importantísimo proceso para la síntesis del amoníaco logrado por el judío Fritz Haber la derrota de Alemania habría llegado con mucha mayor rapidez. Nunca un solo hombre hizo tanto para ayudar a su país en tiempos de guerra desde las trincheras del laboratorio como Fritz Haber, quien sin darse cuenta de ello terminó convirtiéndose en un equivalente en la vida real del doctor Víktor Frankenstein, proporcionando las vitaminas necesarias para el fortalecimiento de un monstruo sobre el cual eventualmente ya nadie pudo ejercer ningún control y del cual no hubo razones reales para que nadie esperase gratitud alguna del mismo. Demasiado tarde aprendió Fritz Haber la naturaleza del refrán "mal paga el diablo a quien más le sirve".

Quizá la mayor ironía de todas es que el gas Zyklon B, el cual es esencialmente ácido hidrocíanico y el cual al ser expuesto al aire forma el letal cianuro de hidrógeno, el mismo gas venenoso utilizado para llevar a cabo el genocidio en los campos de exterminio que Hitler ordenó instalar para la consumación del holocausto y del cual tenemos a continuación una foto de las latas contenedoras del mismo usadas por los Nazis:





fue inventado por nadie menos que Fritz Haber, el cual cuando creó dicho gas lo hizo con el fin de que se utilizara como pesticida. De este modo, desde la síntesis del amoníaco utilizado por los Nazis para armarse de millares de toneladas de explosivos que de otra manera no habrían tenido, hasta el gas usado por los Nazis en los campos de exterminio, nadie se benefició tanto para sus propósitos de los descubrimientos de un prominente científico judío como los mismos Nazis, con el cual de cualquier manera se comportaron de la forma ingrata que caracteriza a esta clase de gente desequilibrada.

¿Qué fué lo que obtuvo Fritz Haber a cambio de sus enormes e históricas contribuciones al terrible aparato militar alemán? ¿Qué fue lo que obtuvo a cambio de renunciar a la religión de sus padres con tal de agradar al país al cual quería sentirse completamente integrado? ¿Qué fue lo que obtuvo a cambio de su trabajo entusiasta para el estado alemán, qué fué lo que obtuvo a cambio de estar alentando a los científicos bajo su tutela así como aquellos con los cuales tenía amistad o contacto a que se dedicasen con devoción a los propósitos de la maquinaria de guerra? NADA. Absolutamente NADA. En lo que concierne al régimen de Hitler, Fritz Haber pese a toda su dedicación e incuestionable patriotismo, seguía siendo un judío,y por lo tanto un enemigo. Esta es la misma forma de pensar en la cual son indoctrinados en el anonimato los Tecos ultraderechistas graduados de la Universidad Autónoma de Guadalajara; para ellos un judío es un judío y por lo tanto un enemigo, sin que valgan a su favor las valiosas contribuciones que haya hecho a México como profesionista o intelectual o artesano, a lo cual suman un odio mortal en contra de cualquiera que pertenezca a la masonería o que tenga simpatías por cualquiera de las doctrinas socialistas promulgadas por la izquierda. Así se les ha indoctrinado, así les están programando sus mentes. Si Fritz Haber creyó que por arrodillarse y arrodillar su talento ante los endurecidos ultraderechistas alemanes quemándoles incienso y colaborando con ellos traicionando al mismo tiempo sus propias raíces judías le "perdonarían" su ancestría judía, erró de modo fatal. Porque para los Nazis y los ultraderechistas en general la ingratitud y la traición a sus mejores aliados y amigos siempre fueron y siguen siendo cosas no sólo aceptables sino inclusive "muy buenas" si los intereses expansionistas del imperio Nazi (o en el caso actual la expansión de la Organización Nacional del Yunque) lo requerían. Igual que ayer, esto es lo mismo que practican los Tecos de la Universidad Autónoma de Guadalajara al estar actuando como soplones a cambio de NADA para destruírle sus vidas y sus carreras a sus propios compañeros universitarios con quienes conviven, convirtiéndose en colaboradores activos de gente perversa e inhumana que al igual que Hitler y sus seguidores lo último que tienen en mente es acto de agradecimiento alguno en beneficio de sus lame-botas.

En la carta de su renuncia forzada a sus labores en el Instituto Kaiser Wilhelm, Haber asentó claramente que él siempre se había sentido ser un buen alemán, pese al hecho de que era judío, y que él siempre había puesto a su país por encima de todo. Obligado a abandonar Alemania, Fritz Haber murió al año siguiente de su exilio involuntario al estar visitando unos familiares que tenía en Basilea, Suiza, irónicamente la sede del Primer Congreso Mundial Sionista llevado a cabo en 1897 y convocado por Theodor Herzl, usado propagandísticamente por los Nazis para inventar y propalar la fantasía de que en dicho Congreso se distribuyeron secretamente copias de "Los Protocolos de los Sabios de Sión" con un supuesto plan judío para la dominación del planeta.

Es importante señalar que al año siguiente de la muerte de Fritz Haber, Max Planck enfrentando las protestas de los Nazis organizó un memorial para celebrar la vida de tan ilustre científico, desafiando socarronamente un veto específico de los Nazis para la celebración de tal evento. Y el día de hoy, ya sin Hitler y sus Nazis en el poder, el Instituto Haber para Físico-Química en Berlín lleva su nombre, no sin causar cierta controversia por el papel desempeñado por Haber en el desarrollo y aplicación de armas químicas en el frente de batalla.

No sólo Fritz Haber recibió en carne propia una dura lección sobre la falta total de integridad y valores en estos traidores natos incapaces de mostrar agradecimiento alguno a quien los haya ayudado en el pasado, por mucho que los haya ayudado. El mismo Joseph Stalin, con quien Hitler se repartió la mitad de Polonia en el amistoso cuan infernal pacto Molotov-Ribbentrop, despertó un buen día a la noticia de que Rusia estaba siendo invadida por un gigantesco ejército alemán integrado por numerosos batallones y divisiones en una operación mantenida en el más absoluto secreto bajo el nombre de "Operación Barbaroja", obviamente con la intención de hacerle a Rusia exactamente lo mismo que la Alemania Nazi le hizo a Polonia apenas unos cuantos años atrás, tan sólo otro paso más en los planes Hitlerianos de dominación mundial. ¿Qué fue entonces lo que Stalin obtuvo a la larga de los Nazis a raíz del pacto Molotov-Ribbentrop? NADA. Al igual que Fritz Haber, absolutamente NADA, excepto una terrible invasión que Rusia no había hecho absolutamente nada para provocar, una invasión cuya única justificante para los Nazis era el mentado lebensraum (es una mentira repetida mil veces hasta el cansancio el mito que aparece en la propaganda ultraderechista moderna de que Hitler invadió Rusia "para salvar al mundo del comunismo", la cruda y triste realidad es que detrás de la invasión alemana a Rusia lo único que había era un voraz apetito expansionista del cual hoy se dá por hecho que Rusia, comunista o no, terminó siendo víctima, como un paso más para apoderarse del planeta). Es muy posible que al mismo tiempo que el canciller Ribbentrop estaba firmando amistosamente con Rusia el pacto para poder llevar a cabo sin problema alguno la invasión Nazi de Polonia, Hitler en su desequilibrado cerebro ya estaba preparando los planes para la posterior invasión de Rusia. Porque así operan las mentes de estos ultraderechistas nazificados hasta la médula, siempre han sido y seguirán siendo traidores e ingratos en grado extremo.

Más cerca de casa, a raíz del aniversario de la expropiación petrolera, EL UNIVERSAL publicó el 18 de marzo del 2008 un artículo interesante detallando cómo México, en un juego de ajedrez de alto nivel llevado a cabo por el Presidente Lázaro cárdenas para contener la reacción negativa de los intereses extranjeros afectados por la expropiación petrolera, estuvo proveyendo petróleo a los Nazis inclusive después de la injustificable invasión Nazi a Polonia (el periódico reproduce en su primera plana una fotografía mostrando las dos páginas de una carta firmada personalmente por el Presidente Franklin Delano Roosevelt, dirigida al Presidente mexicano Lázaro Cárdenas, parte de cuyo texto se reproduce en el artículo, junto con una parte del texto de una carta del Presidente Lázaro Cárdenas del 28 de septiembre de 1938 consultada en el Archivo General de la Nación,).

¿Y qué fue lo que a la larga obtuvo México a fin de cuentas como muestra de gratitud a cambio de estarle proveyendo petróleo a los Nazis aún después de haber empezado las hostilidades de la Segunda Guerra Mundial? Al igual que Fritz Haber, y al igual que Stalin, NADA, absolutamente NADA. Bueno, esto podría ser considerado como inexacto, porque a la larga México sí obtuvo algo de los Nazis en muestra de "agradecimiento". Obtuvo el hundimiento de sus buques petroleros Potrero del Llano y Faja de Oro a manos de submarinos alemanes (hay más sobre esto en el blog Miscelánea bajo la entrada "Las Pifias de la Propaganda"), una agresión que no le dejó más opción a México que entrar a la Segunda Guerra Mundial. Esto es lo que obtiene uno por tratar de congraciarse con gente desprovista de sentimientos y endurecida hasta la última neurona en lo que les queda de su atrofiado cerebro.

Con esta clase de gente, con esta canalla, tratar de dialogar con ellos para hacerles ver el error en el que están es una pérdida lamentable de tiempo, ya que lo que les entra por un oído les saldrá por el otro, tal y como lo descubrió el mismo Premio Nóbel de Física y fundador de la mecánica cuántica Max Planck cuando inútilmente trató de hacer entrar a Hitler en razones con el fin de que el terrible imperio nazi le "perdonase" a Fritz Haber su ancestría judía (como si la ancestría de cualquier persona fuese una cosa por la cual la persona tuviese que ser "perdonada"). Y tratar de caerles bien o tratar de ganarse la amistad de ellos, o al menos congraciarse con ellos para que no se metan con uno en alguno de sus numerosos arrebatos de locura y fanatismo, es también una pérdida inútil de tiempo, como lo descubrieron en su momento Fritz Haber, Stalin, y Lázaro Cárdenas. Y esto no ha cambiado en nada en el México de hoy en donde continúa la batalla que quedó inconclusa cuando las tropas aliadas entraron en Berlín poniéndole fin a la locura ultraderechista de la única manera en la cual se le podía poner fin. Esto es algo que tampoco entienden ni quieren entender los zares de la extrema derecha latinoamericana que despachan sus órdenes desde lujosas oficinas situadas "en un lugar de Guadalajara, de cuyo nombre no quiero acordarme". Los mismos malagradecidos que responden a la confianza que muchos padres de familia les han depositado en el pasado para educarles a sus hijos en alguna carrera universitaria, y los cuales les han retribuído a estos padres de familia dicha confianza ya sea educándoles a sus hijos a sus espaldas en otras cosas perversas que no tienen nada que ver con en el plan "oficial" de estudios, o expulsándoles a sus hijos de tan funesta institución destruyéndoles sus carreras universitarias y, en el peor de los casos, aplicándoles un poco de "cortesía neo-Nazi" recurriendo al crimen y a la violencia, para después negarlo todo en público hilando mentira tras mentira tras mentira.

En lo que respecta al judío-alemán Ludwig Fulda, el originador y promotor del "manifiesto de Fulda" usado para justificar el desmedido militarismo alemán y las atrocidades cometidas por el aparato militar alemán tales como el haber introducido en el campo de batalla el uso de armas químicas, terminó suicidándose en Berlín en 1939, el mismo año en el que Hitler movilizó su ya para entonces poderosa maquinaria de guerra con el fin de anexar la mitad de Polonia dándole la otra mitad de Polonia a Stalin.

Pese a todo, hay un aspecto positivo en el hecho de que Hitler la haya tomado en contra de prominentes científicos judío-alemanes, como Fritz Haber, por el solo hecho de ser judíos, enviándolos a su destierro, a lo cual se sumaron no sólo los científicos judíos sino también cualquier científico opuesto al Nazismo. Al hacer Hitler tal cosa, ocurrió justo lo que Max Planck le había advertido que ocurriría. Por un lado, los países que recibieron esta valiosísima veta de talento de primera clase, muchos de ellos receptores del Premio Nóbel por sus descubrimientos científicos, resultaron ampliamente beneficiados de la presencia de estos investigadores de clase mundial. Por otro lado, Hitler se decapitó a sí mismo al privarse de todas las aportaciones que estos científicos podrían haber hecho ya fuese de buena gana o de mala gana. Estamos hablando de intelectuales como Albert Einstein, Edward Teller, Felix Bloch, Eugene Wigner, Hans Bethe, Erwin Schrodinger (el creador de la mecánica cuántica ondulatoria), James Franck, Otto Stern, Victor Francis Hess (casado con una judía), Peter Debye, Dennis Gabor (el inventor de la holografía), George de Hevesy y Gerhard Herzberg. Estamos hablando de científicos galardonados todos ellos con el Premio Nóbel por la importancia de sus descubrimientos. A lo cual podemos sumar muchos otros nombres como Emmy Noether, Richard Courant y Hermann Weyl (casado con una judía). A esta lista tenemos que agregar con especial distinción al brillantísimo físico italiano Enrico Fermi, el cual por estar casado con la judía-italiana Laura Capon se vió obligado a huir del régimen fascista encabezado por el aliado incondicional de Hitler, el dictador Benito Mussolini. Fermi, considerado como el único físico del siglo XX que destacaba ampliamente tanto en el campo teórico como el campo experimental, es precisamente el científico que desarrolló en los Estados Unidos de principio a fin la construcción del primer reactor atómico convirtiendo en realidad por vez primera el proceso de una reacción nuclear en cadena sostenida, el paso crucial dentro del ultrasecreto Proyecto Manhattan para la construcción de la bomba atómica norteamericana. Todos estos científicos son los mismos científicos que le podrían haber dado a Hitler las inexistentes "armas maravillosas" que el propagandista Nazi Joseph Goebbels estuvo proclamando engañosamente cuando las tropas aliadas se acercaban a las afueras de Berlín. Estos son los mismos científicos que en cuestión de cinco años le podrían haber dado la bomba atómica a Hitler en vez de dársela a los Estados Unidos, con las previsibles consecuencias catastróficas para la humanidad entera en caso de caer la posesión de dicha arma en manos de un dictador enajenado que ya estaba bombardeando desde Alemania a la población civil de Londres con centenares de proyectiles V1 y V2:





causando vasta destrucción y muerte no entre las tropas militares inglesas sino en la misma población civil matando indiscriminadamente a mujeres, niños y ancianos:





Cabe señalar aquí que, como podemos leerlo en la biblia de la ultraderecha mexicana, el mamotreto propagandístico Derrota Mundial, es mucho lo que han lloriqueado los endurecidos neofascistas de México por la destrucción llevada a cabo por los bombardeos de las fuerzas aliadas en contra de ciudades alemanas como Dresde, sin derramar jamás una sola lágrima y sin sentir jamás compasión alguna por la vasta destrucción, muerte y terror causados sobre la población civil inglesa por esas bombas volantes lanzadas desde Alemania construídas con mano de obra esclava, haciéndose tarugos -al igual que Hitler ante Max Planck- cuando se les trata de hacer ver que el primer ataque aéreo en la Historia no en contra de objetivos militares sino en contra de la población civil fue estrenado por los mismos Nazis con el bárbaro bombardeo llevado a cabo en España en Guernica con el fin de garantizarle su triunfo al Generalísimo Francisco Franco, el cual como buen fascistoide también se comportó como un ingrato con sus mentores Nazis cuando los vientos de la guerra se voltearon en contra de Alemania.

Aunque el aparato militar alemán Nazi no perdió mucho en términos cuantitativos, en términos cualitativos perdió lo mejor de lo mejor con esta enorme sangría que poco pareció importarle al Führer, una sangría con la cual Hitler desde antes de que empezaran las hostilidades de la Segunda Guerra Mundial selló su propia contundente derrota poniendo fin a su pretendido infernal imperio que duraría "mil años", un imperio terrible en el cual sus principales colaboradores en México seguramente estarían ocupando hoy una posición prominente en vez de estar confinados a una universidad de quinta categoría escondiendo sus proclividades en la cobardía del anonimato negando en público lo que son. Ingratos, cobardes, traidores, criminales, asesinos... ¿y así se proclaman cristianos? ¿Merece realmente México caer en manos de esta gente, al igual que como cayeron los alemanes del siglo pasado en manos de los desquiciados Nazis? Estas son las grandes lecciones de la Historia que se vuelve necesario repasar y reflexionar en estos días en que estos intrigantes operando libremente desde su principal base de operaciones en Guadalajara están por graduar en cuestión de unos cuantos meses una nueva camada de profesionistas entrenados por ellos en la conjura, la tración, y muy en especial, la ingratitud.



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POST SCRIPTUM:


Hablando de ingratitudes, en el siguiente artículo tenemos un buen ejemplo de cómo los extremistas de las sociedades secretas de ultraderecha de México son ingratos hasta con ellos mismos sacrificando sus propias vidas por una causa por la que no vale la pena luchar obedeciendo a unos vivales a los que sirven por los que no vale la pena derramar ni una gota de sangre o una sola lágrima:

La cobardía del Yunque
Álvaro Delgado
Agencia APRO
28 de diciembre del 2009

Junto a la capilla del panteón Parque Memorial, en Naucalpan, Estado de México, en el lote 211 de la sección 1.1, se encuentra una tumba cuya austera lápida tiene inscrito un nombre y dos fechas: “Ramón Plata Moreno. 20-X-1935 24-XII-79”.

Se trata del sitio donde yacen los restos del fundador de El Yunque, la organización ultraderechista que, desde hace medio siglo, conspira desde la clandestinidad para imponer en México un proyecto autoritario, a través del Partido Acción Nacional (PAN), uno más de sus diversos instrumentos.

La fecha de su muerte inscrita en la lápida indica que la semana pasada, justamente en la Nochebuena de este 2009, se cumplieron tres décadas de que fue asesinado en la casa de sus suegros, en la calla Cienfuegos número 763, colonia Lindavista del Distrito Federal, después de regresar de un exilio en Estados Unidos, a raíz de un atentado a balazos que sufrió cuatro años antes.

El lugar donde está sepultado Plata Moreno no es casual: Está próximo al santuario de Los Remedios, donde, en 1975, hizo concentrarse ahí a centenares de miembros de El Yunque para lanzar, justamente, el “Pacto de Los Remedios”, una ofensiva contra el gobierno de Luis Echeverría, a quien catalogaba como “comunista” y “anticatólico”.

Igual que otros homicidios de miembros de El Yunque –como los de dos jóvenes en el Cerro del Cubilete, en 1975, y el de Jorge Kalfópoulos, jefe en Jalisco, y su hijo Cristos, de 10 años de edad, en 1981–, el asesinato de Plata Moreno es un crimen impune, pese a que prominentes militantes de esta organización han estado y están en posiciones relevantes en la estructura gubernamental federal para que se sancione a los responsables.

Las razones de tal omisión son diversas, entre ellas que el homicidio cometido hace tres décadas legalmente ya prescribió, pero la fundamental es que los jerarcas de la Organización Nacional de El Yunque han evitado, por todos los medios, que haya la más mínima investigación, porque eso implicaría un mayor escrutinio sobre la estructura y los fines de la misma.

Existe, inclusive, una averiguación previa en la Procuraduría General de la República (PGR) a raíz de una denuncia que formuló Lorenzo Lira García, un mando de los Tecos de la Universidad Autónoma de Guadalajara (UAG) que decidió proporcionar vasta información sobre el homicidio de Plata Moreno y otros crímenes, presuntamente cometidos por esa otra organización ultraderechista, muchos de cuyos miembros pertenecen también al PAN.

Sin embargo, las investigaciones no han avanzado por la reiterada oposición de los jerarcas de la Organización Nacional de El Yunque, particularmente el jefe general, Bernardo Ardavín Migoni; el jefe general emérito, José Antonio Quintana, y el jefe nacional operativo, Guillermo Velasco Arzac, quienes han impuesto a la familia de Plata Moreno la ignominiosa orden de quedarse callados ante el crimen.

El silencio sobre las razones, y los autores intelectuales y materiales del asesinato del fundador de El Yunque se justificaba porque, supuestamente, los gobiernos priistas podrían incurrir en manipulación y encubrir a los responsables, pero después de dos gobiernos federales del PAN, con miembros de El Yunque colocados en posiciones clave para el esclarecimiento cabal, no se entiende por qué la obstinación en oponerse a abrir el caso.

Menos aún se entiende el silencio –o quizá esa es la verdadera razón– cuando ha habido tres presidentes del PAN con formación en El Yunque –Luis Felipe Bravo Mena, Manuel Espino y César Nava–, y sus cuadros colman el comité nacional y los estatales.

Mandos de El Yunque murmuran, en voz baja, que el esclarecimiento del asesinato podría desencadenar una cruenta guerra con los Tecos, que todavía disponen de grupos paramilitares fuertemente armados, uno de los cuales supuestamente lo ejecutó, o con los sótanos del priismo que siguen siendo fieles a Fernando Gutiérrez Barrios, a quien también se señala como autor intelectual del crimen.

La razón puede ser otra, como lo presume Eduardo García Suárez, uno de los estrategas más allegados a Plata Moreno en Puebla y quien asegura que miembros de El Yunque traicionaron al fundador y lo “pusieron” para que fuera asesinado en la Nochebuena, en la colonia Lindavista, en 1979.

Como quiera que sea, el silencio de los mandos de El Yunque tiene nombre. Se llama cobardía.